
El césped artificial ha experimentado un avance considerable desde sus inicios. Y muchas personas han decidido incorporarlo a sus jardines por sus grandes beneficios. La flexibilidad es una de las principales ventajas de estos céspedes artificiales. Ideal para jardines y campos deportivos, el césped sintético también se puede utilizar en muchos otros lugares como balcones, terrazas, interiores, parques infantiles, etc.
Sin embargo, muchas personas todavía se muestran reacias a realizar este cambio. El debate sobre el césped natural o artificial sigue abierto. Pero quizás la pregunta más importante sea: ¿es seguro el uso de césped artificial para el medio ambiente? ¿Es una elección ecológica?
Consumo de agua
El césped artificial, en comparación con otras superficies de tu jardín, rara vez necesita agua para su mantenimiento. Aparte de quitar el polvo y la suciedad (especialmente si tienes mascotas) y refrescarlo. Esto se traduce en un ahorro considerable, hasta un 70% o más, en comparación con el césped natural, incluso más, si vives en zonas de sequía. Todos sabemos lo importante que es conservar y utilizar los recursos de forma inteligente. El césped artificial, por tanto, tiene un punto a su favor.
Reciclaje
Quienes se oponen al césped artificial también argumentan que no es reciclable. La vida útil de estos césped sintético puede ser de hasta 20 años, pero algunos temen que si no es reciclable al final de su vida útil acabe en los vertederos generando más residuos.
Sin embargo, esto no es del todo cierto. Los céspedes sintéticos no son todos iguales. De hecho, muchos están fabricados con materiales reciclables.
Reducir las emisiones de carbono
Muchos argumentan que el césped artificial no absorbe dióxido de carbono ni libera oxígeno como el césped natural. Esto es totalmente cierto, pero este papel lo desempeña el césped natural sólo durante el día, ya que durante la noche el césped natural también genera CO2, una parte del cual se adhiere al suelo. Por otro lado, la huella de carbono del césped natural está subestimada debido a su mantenimiento. Muchos estudios han demostrado que podar y segar añaden consumo de energía, lo que aumenta las emisiones. Y además, uno de los fertilizantes básicos que se utilizan en parques y jardines contiene nitrógeno. Y un gas cuyo efecto invernadero es 300 veces mayor que el impacto sobre el CO2. Los resultados revelaron que las tareas de mantenimiento del césped natural emiten más gases de efecto invernadero de los que eliminan, por lo que el césped natural no es tan verde como se creía. En este sentido, el césped artificial requiere sólo un mínimo mantenimiento y no necesita fertilizantes para estar verde y fresco. Por tanto, se podría decir que su mantenimiento reduce significativamente la huella de carbono respecto a la alternativa natural.
Calentamiento
El calentamiento del césped artificial también es un tema que genera preocupación entre la gente. Es bastante cierto que a estas alturas el césped natural es en general más fresco que el césped artificial. Por otro lado, si consideramos otras superficies como el hormigón o las baldosas, podemos decir que el césped sintético sería una mejor opción. Aunque todas estas superficies absorben calor, el césped sintético se enfría más rápidamente reduciendo su temperatura al no retener el calor.